domingo, 3 de abril de 2011

La fe expresada en el texto de los Profetas Anteriores II: de la historia a la teología

Uno de los efectos del proceso canónigo ha sido abarcar la historia de Israel, dentro de una visión teológica, sin preocupación alguna por preservar los estadios históricos del complejo desarrollo de su literatura. No obstante, es adecuado preguntar cómo la formación del texto atestigua a la historia de la que se ocupan los libros históricos o profetas anteriores.
Más concretamente, el análisis de esta sección literaria debería decirnos: 1. ¿Cómo entendemos la formación de los profetas anteriores? 2. ¿Cómo es que el material de los libros históricos se convirtió en la fe de un pueblo 3. ¿Cómo se comunica la fe de Israel desde la teología de esos libros? Debe mantenerse en mente, en todo momento, que la teología del pueblo tiene aquí una función específica: la formación de los libros históricos refleja un largo período en el cual la comunidad de Israel había incorporado el testimonio de muchas comunidades anteriores y había reconocido y aceptado la autoridad de estadios previos que la comunidad literaria había ejercido sobre la fe del pueblo. Si no se entiende esto, el proceso cambiante de la crítica, encaminado en esta dirección, no hará sentido alguno.
En este breve trabajo sugerimos que hay muchas hipótesis sobre la formación de los profetas anteriores cuya validéz debe tomar en cuenta que se trata de propuestas posteriores al canon y cuyo papel o función redaccional específica nunca ha gozado de consenso. En ese proceso, la recuperación de las conclusiones más importantes ha sido lenta, dada la fragmentación de las visiones críticas. Diremos también que, en la teología y la literatura de los libros históricos, es de suma importancia la Historia de la Salvación, como aporte al conocimiento de Dios y como explicación de la relación entre Yahweh e Israel. Finalmente, diremos que esa fe se comunica al pueblo a través de la cuidadosa selección teológica de eventos en los Profetas Anteriores, cuyo contenido es religioso y no solamente histórico.
Primero, ¿cómo entendemos la formación de los profetas anteriores? Los libros históricos, de Josué a 2 de Reyes, presentan una gran diversidad de materiales, temas teológicos, géneros, trasfondos e instituciones, diferencias que no se achatan por el posible desarrollo de su composición. Las dos hipótesis más comunes que se ofrecen en lugar de la composición canónica de los libros históricos son: 1. La que asume que fuentes similares a las del Pentateuco (J y E) continúan al menos hasta una parte de los libros histórico; 2. La teoría derivada del Análisis de M. Noth, según la cual los libros históricos son una obra independiente que incluye el libro de Deuteronomio y los cuatro libros históricos, compilados por un historiador deuteronomista.
La aplicación de la primera hipótesis a los libros de Jueces a 2 Crónicas es un resultado natural  dado el éxito del documentarismo en explicar algunas partes del Hexateuco. En el caso de la segunda hipótesis, la historia de la crítica hace claro que una propuesta mas abarcadora se requiere para explicar los profetas anteriores. Para empezar, postular un hexateuco disloca el libro Josué de los profetas anteriores y, por otro lado, el énfasis en el deuteronomista cercena Deuteronomio del pentateuco dejando un tetrateuco, cosa que el canon no apoya. En esto, se sugiere como mejor criterio recuperar tanto la continuidad como la discontinuidad entre ambos grandes cuerpos literarios (Pentateuco y Profetas Anteriores).
Wellhausen buscaba comprobar que los libros de crónicas abiertamente veían el pasado en términos de los ideales de su propia época, que según él era, trescientos años después del exilio, posterior al periodo del imperio persa. Sin embargo al leer Jueces, 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes vemos que el mismo juicio se aplica a estos, interpretan según los ideales de una época, pero en este caso contiene narraciones muy tempranas de la época deuteronomista, según wellhausen. Nótese la dificultad según la cual los profetas posteriores representan la época posterior al exilio y los profetas anteriores representan vagamente al deuteronomista. Ambas caraterizaciones son extremas dirá mas adelante la critica de la redacción, no solo porque 1. no hay consenso sobre la naturaleza específica y extensión de las supuestas fuentes; 2. Ni se sabe cuál es la naturaleza de la influencia redaccional del material deuteronomista.
Por otro lado, importantes diferencias se introdujeron en la metodología de posteriores proponentes de la hipótesis documentaria. Karl Bude (1850-1935), profesor en Bonn, Strasburgo y Marburgo, en su examen de las fuentes del Hexateuco, en Jueces y 1 y 2 Samuel,  observó que J y E desarrollaron la historia de Israel en el tiempo en que dichas fuentes fueron producidas. La implicación es que mucho del material puede entenderse en función del período del Hexateuco, en vez del sexto siglo (contra Wellhausen). Según Bude la nueva crítica literaria podía resolver algo similar para los restantes profetas anteriores (Josué a 2 Crónicas). Esta hipótesis tomó mucho auge a partir del estudio de Jueces y 1 y 2 Samuel, por O. Eissfeldt, haciéndose popular en estudios antiguotestamentarios. DE nuevo, el proyecto de aplicación de las fuentes debe tomar en cuenta que J y E son documentos que no han sido identificados sino solo asumidos.
Dada la falta de continuidad clara entre las “fuentes” de los diferentes libros, H. Gressmann, en 1910, proponía se construyera el relato en torno a grandes figuras, como Samuel, Saúl y David. Eso conduce a interpretar las narraciones por si mismas, como el método de los Gattungsgeschichtliche (tipos de historia), que Gunkel había establecido para Génesis. La  hipótesis dejaba espacio para una posible y posterior revisión deuteronomista, si bien Gressmann no estaba tan interesado en ese punto. Pero su idea arrojó luz sobre Jueces a 2 Crónicas, y afectó el punto de vista documental que aseguraba que las fuentes del Hexateuco se hallaban en los Profetas Anteriores.
Hay que acotara que a la Iglesia le pareció ruinosa la originalísima propuesta de J. Wellhausen que explicaba los orígenes del Antiguo Testamento con base a una hipótesis de cuatro documentos (JEDP). Así que  respaldada por el sistema universitario, le prohibió enseñar Antiguo Testamento. Wellhausen renunció en 1882 y dejó la universidad de Marburgo en 1885, para volver a Gotingen en 1892 a otros temas. Parece que mucho de la oposición a Wellhausen tuvo que ver con la naturaleza fragmentaria de  cuatro documentos que evaporaban el producto final. Muy a pesar del sentimiento moderno, siempre el texto es más útil a la Iglesia que las hipótesis de su formación y eso es así a la fecha. Además, ha de recordarse que las fuentes para los libros de crónicas son, explícitamente, los libros de Samuel y Reyes.
Incidencia de la geografía sobre las hipótesis de la formación de los libros históricos. Los investigadores sentían la necesidad de conocer más a fondo un período del que se tenían poca información, el de la conquista de Canaán que se describe en Josué, a lo cual también aporta el libro de Jueces. La conquista solo ofrece explicación para la ocupación de una relativamente pequeña parte central de la tierra que pertenecía a Israel, pero no es sino hasta el tiempo de David que Israel tiene control del territorio obtenido, de modo que surge el interés en relacionar la historia de Israel al resto del Cercano Oriente, desde Egipto a Mesopotamia. Esto despierta el interés en la arqueología, las instituciones, la geografía y las fechas. El investigador que más luz arrojaría en esta dirección, con hipótesis siempre tentativas, fue Albrecht Alt (1883-1956). Alt desarrollo el método histórico-geográfico, hacia 1913. Por su parte, la teología canónica de Josué si refleja que el pueblo se adentró en Canaán con ímpetu conquistador, siguiendo el espíritu de Deuteronomio, cosa que mas adelante será cuestionada primero y validada después, desde la critica.
Las dos ideas que encuentran su elaboración en el trabajo de Alt son 1. La conquista de Canaán; 2. La organización de Israel en Palestina antes de la monarquía. Combinando geografía con la política geográfica, vista en varios momentos, obtenemos claves respecto de la historia y evidencia valiosa respecto al trasfondo de los eventos. Esta visión no sólo provee trabajo basal para una historia israelita, sino desarrolla una visión para las fronteras y la geografía de Israel, sugiriendo además la relación de esto a la función de la monarquía en Israel y Judá.  La hipótesis monárquica deviene de la idea, altamente especulativa, de que en Israel y Judá se hallan, según Alt, dos asociaciones tribales, unidas por la victoria sucesiva de David primero en Judá y luego en Israel, unidad que luego fue revertida bajo Roboam. Las dos visiones diferentes de la monarquía, una dinástica (David) y la otra carismáticas, capturaron el interés de Alt, si bien, canónicamente, el A. T. explica las diferencias con base a la actitud de Roboam frente a la adoración en el templo.
Para 1927 la visión de Alt había concedido más valor a la narración de lo que reflejaba su tesis original sobre la conquista de Palestina, que primero Alt explicó como el resultado de la presencia pacífica de beduinos pastores agricultores. Sin embargo, de las fronteras de las tribus en Josué concluyó que no eran como se había supuesto una situación ideal tardía, compuesta en tiempos postexilicos por el editor P (sacerdotal). Era una composición oficial temprana (ergo cercana a los eventos) que se compaginaba, esencialmente, con la ubicación de los  asentamientos tribales anteriores a la monarquía en Israel. Además, proveyó una nueva base para la cuestión de la organización pre monárquica: la unidad de Israel no venía dada por forma alguna de organización política intertribal sino por la adoración común de Yahweh que derivaba en punto de unión de las tribus y de lealtad unas con otras.  
Así, de la arqueología y política geográfica hay un movimiento a la historia teológica en las hipótesis de Alt, que se explican con una visión “anfictiónica”[1]. Sobra decir que los estudios de Alt contribuyeron a ubicar en sentido histórico, político, social, los eventos de los Profetas Anteriores.
¿Cómo es que el material de los Profetas Anteriores se convirtió en la fe de un pueblo? Otro avance tiene que ver con los estudios que sugieren que los libros históricos son una colección de narraciones acerca de ciertas figuras centrales. L. Rost, en 1 y 2 Samuel,  aplica la historia de los géneros o Gattungeschichte (cp. Gressmann), a 2 Samuel 9-20, la “historia de la corte” cuyo valor es servir, con otras perícopas, un propósito redaccional: presentar una figura, un lienzo o cuadro general. Esta nueva idea hizo obsoleta la noción de fuentes documentarias que entretejían un patrón basado en las fuentes del pentateuco.  
El escandinavo I. Hylander, en 1932, publicó un estudio cuyo entramado eran las historias que relacionaban a Samuel y Saúl, poniendo énfasis en la historia por la que pasaron dichas unidades, antes de ser tejidas a la historia final o integradas a su presente ubicación en 1 Samuel. Este es un antecedente de la Crítica de Redacción que proviene de las ideas de Gunkel, cuyo método, decididamente, pondrá más énfasis en el producto más abarcador que resulta de la crítica y menos en las partes.
Tanto el trabajo de Rost como de Hylander esclarece que estos libros era escritos religiosos, cuyo origen y redacción serviría a fines religiosos. Curiosamente, las observaciones del análisis histórico crítico hicieron evidente el aspecto religioso en vez del lado puramente histórico de los libros del A. T. Esto superaba aquella actitud según la cual el estudio de la historia y de la religión se ofrecía en sustitución y alejamiento del análisis explícitamente teológico del A. T. De modo que la erudición cayó en la cuenta que la presentación de esta historia se basaba, realmente, en un decidido punto de vista teológico. En el marco de los estudios antiguotestamentarios esto condujo a una comprensión de la teología bíblica, como historia de la salvación o Heilsgeschichte.
Llevar adelante las ideas de Alt sobre la naturaleza de esa historia fue tarea de su discípulo, M. Noth, quien, en 1928, al analizar “El sistema de las doce tribus de Israel” concluyó que los nombres de las tribus sólo podían provenir de Canaán, de modo que el culto en torno a Yahweh emergió después de asentarse las tribus en Palestina. Es la unión de comunidades independientes unidas por un dios. De ahí, la tesis según la cual Siquem había sido importante, al principio, porque asumía que el Arca del pacto había pernoctado ahí. Para Noth, este culto tenía íntima relación con la ley pues en ella se basaban las mutuas obligaciones cultuales a un mismo Dios y la aceptación de la voz de un mismo profeta que aseguraba que las demandas éticas de Dios se cumplíesen. En mi opinión esto se asemeja mucho a las ideas ¡antes de Wellhausen!
Noth publicó, en 1938, su comentario sobre Josué, en el que profundizó las tesis de Alt sobre las fronteras entre tribus, las ciudades de Josué 13-19 y el carácter especial de las historias de Josué 3-9, que proveyeron factores claves para entender la ocupación israelita de Canaán en términos ¡de conquista! A la vez, Noth abandonaba la tesis de la preponderancia de Siquem, y presentaba un carácter anfictiónico más modesto del A. T., a diferencia de Alt, postura que había venido a ser identificado con los estudios del A. T. y usada como paraguas para explicar muchos otros rasgos no necesariamente relacionados con ella. Por otro lado, Noth concluyó que J, E, P no eran evidentes en Josué para nada, poniendo los últimos clavos al sarcófago de las fuentes o documentarismo.
No obstante el aporte de Noth a la organización intertribal pre monarquica, no responde como el material conocido como “pro monárquico”, en 1 Samuel, se relaciona a la teología general del reino davídico en Israel. Parece que ese material ya tenía un peso teológico especifico en la comunidad y su compilador no quiso correrse ningún riesgo cambiándolo. El material de los Profetas Anteriores se convirtió en la fe del pueblo vía el canon, una producción en la que se ha incluido este material hacia el siglo sexto A. C.
¿Cómo se comunica la fe de Israel desde ese cuerpo de creencias? La nueva visión, producto de los estudios de Noth, fue el mas amplio problema de las fuentes en la estructura editorial de los libros de Josué, 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes. Ahora la revisión deuteronomista propuesta por Wellhausen hacia más sentido pero para explicar la conexión interna del material en los libros de Samuel. Así, en 1943, Noth presentaba un caso atractivo  de los orígenes y estructura de toda la narrativa histórica de Josué a 2 de Reyes. No se trataba de composiciones separadas sino que formaban una misma historia, deuteronomista, que empieza con el libro de Deuteronomio y se extiende hasta 2 Reyes. La teoría de un autor deuteronomista hacía plena justicia a la fuerte influencia deuteronomista que se extiende a lo largo de los cuatro libros históricos. Por supuesto, ello no implicaba admitir que, por ejemplo, Josué haya sido una mera extensión del Deuteronomio; hay, de nuevo, elementos de continuidad y discontinuidad.
Canonicamente, lo que Noth ve como fuentes que se originan en el sexto Siglo, en la historia de la formación del canon se estima que, el siglo sexto, es solo la etapa final del proceso en el que se le da la forma presente al texto bíblico. El círculo que empieza con la formación del pueblo, en el Pentateuco, se cierra con su destrucción en 2 de Reyes, a fin de que el exilio se entienda, teológicamente, como el resultado de la desobediencia a la ley. El desarrollo complejo de la literatura en Israel obedece a razones teológicas y a una visión teológica de la historia.
Es decir, en el Pentateuco, el libro de Deuteronomio expresa la voluntad divina por la cual el relato posterior de la caída o auge de Israel se juzga e interpreta. Así se avanza hacia comprensiones mas completas de la fe de Israel, o más cercanas a un “texto” funcional si se quiere. Como dice Childs: “Deuteronomio realiza una función crítica, tanto en su reinterpretación autoritativa de los primeros cuatro libros de la Torah como en su efecto sobre los libros históricos subsecuentes”. (Chids, pag, 233).  En el libro de Deuteronomio 31:34 a Moisés se le ordena colocar los libros de la ley a la par del Arca del pacto. La importancia de esto no es identificar cuales libros van sino el nuevo papel de autoridad que en su forma escrita los libros de la Torah ejercen sobre el pueblo.
El nombre de “Profetas Anteriores” en el canon hebreo para los libros de Josué a 2 Reyes sugiere que el interés del pueblo al reconocer la autoridad de los libros era no tanto histórico sino mas teológico-kerigmático (cp. con “Profetas Posteriores”). La idea de Rost por ejemplo era que partes importantes de los libros históricos del A. T. se habían escrito para apoyar e interpretar instituciones básicas de Israel y eso, claro, le da sentido a la fe y al mensaje del pueblo. Por eso, G. Von Rad escribió un ensayo para subrayar no los eventos o hechos tras ellos, sino la teología de la historia y la concepción de la acción divina en el mundo. Estos libros se escribieron en un momento dado de Israel cuando se consideraba necesario un relato que interpretara el pasado. Ahora los lectores están en una mejor condición de responder a la pregunta ¿Por qué se escribieron estos libros y qué fin se esperaba que sirvieran? Von Rad responde que expresan en forma teológica la interpretación de la historia.
Presentan el sentido de presencia ante Dios y expresan, a su manera, la esperanza de Israel en su futuro como pueblo de Dios. En este contexto ubicamos el auge de David, y a su descendiente, a quien los profetas posteriores vinculan la redención de Israel. En este sentido los historiadores de Israel se relacionan con los profetas. La historia de la conquista de la tierra hasta la destrucción babilónica tiene ahora un arreglo según el claro patrón literario de predicción y cumplimiento de juicio, bendición así como de obediencia y restauración.
Propone Von Rad que, si bien los credos están en textos tardíos del séptimo siglo o posteriores, tuvieron un origen mucho más temprano. Son ellos un recuento de los actos salvadores de Dios, un elemento central a la adoración en Israel. Son una Heilsgeschichte que provee a Israel el conocimiento básico de Dios: “Un arameo a punto de perecer fue mi padre” (Dt. 26:1-10). Como en el caso del pentateuco, eso incluye, en el deuteronomista y en el Cronista, una profunda interpretación de lo que Israel entiende por su elección por parte de Dios del politeísmo a la fe en Yahweh (Josué 24:1-18).
La posibilidad de encontrar un tema central que integre los diferentes énfasis veterotestamentarios y recoja de manera mas completa, precisamente, la riqueza temática, es siempre una esperanza y una tentación. Por ejemplo, puntualmente, se ha señalado que la elección divina de Israel, la relación de pacto con Dios y su testimonio a las naciones son temas específicos o preponderantes en el texto bíblico.
Muchas veces, se ha preferido, históricamente, evitar todas las consideraciones aquí acotadas (sobre el texto y el canon) y saltar de una vez a ese resumen teológico. en la discusión sobre el centro del Antiguo Testamento se ha propuesto a: Dios (Hassel) el pacto (Kline) la presencia (Terrien), el nombre de Dios (Zimmerli), Elección/obligación (Preuss), la promesa, (Kaiser) el Dios que habita (Janowski), Hesed (Spieckermann) como ideas aglutinantes del Antiguo Testamento. La verdad es que cada tema puede explicarse e implicarse en todos los demás y, todos ellos, son temas abarcadores que, por ejemplo, se aglutinan en el marco de la fe en un Dios que ha hablado y que ordena todas las cosas, en la creación, la familia humana, la redención, la vida de los creyentes y todas las instituciones, por medio de su Palabra.
El reino de Dios es el tema que en años recientes ha gozado de más aceptación, cuya explicación histórica empalma con la emergencia de la dinastía davidica. Joaquín, descendiente de David, fue liberado al final de 2 de Reyes 25 y con él la esperanza davídica continua. Pero por otro lado, ha quedado asentado que el patrón visto en el libro de Jueces: opresión, arrepentimiento, clamor y liberación es un asunto que esta a la raíz de la teología de la historia de Israel. El círculo se cierra porque los profetas posteriores ven más allá de esos actos de juicio hacia una re elección, renovación y restauración de Israel, enderezada a llevar la historia de la salvación mas allá de la depresión anunciada en el presente por la cautividad. Esa es la esperanza que se instala ya desde los profetas anteriores.
Conclusión: En primer lugar, hemos sugerido aquí alguna explicación para la formación del texto de los profetas anteriores. En segundo lugar, sugerimos cómo la formación del texto atestigua a la historia contenida en los libros históricos. Es decir, como se expresa en esa “construcción” político, geográfico, profética, la riqueza de temas histórico kerigmaticos. En tercer lugar, se propuso como la historia se convierte en la fe del pueblo y es útil para comunicar la fe desde una teología de la historia. La formación de los libros históricos refleja un largo período en el cual la comunidad de Israel había incorporado el testimonio de muchas comunidades anteriores y había reconocido y aceptado la autoridad de estadios previos que la comunidad literaria había ejercido sobre la fe del pueblo, por eso las diversas hipótesis de la critica van cambiando para acercarse a esta visión.
 Canonicamente, nuestra propuesta es que el siglo sexto, en la historia de la formación de los Profetas Anteriores, es solo la etapa final del proceso en el que se le da la forma presente al texto bíblico. Esta porción de literatura cierra el círculo que empezó con la formación del pueblo, en el Pentateuco, para finalizar con el cautiverio en 2 de Reyes, a fin de que el exilio se entienda, teológicamente, como el resultado de la desobediencia a la ley. La re elección, renovación y restauración de Israel, enderezada a llevar la historia de la salvación, mas allá de la depresión anunciada en el presente por el cautiverio, es la esperanza que se instala ya desde los profetas anteriores.


[1] Comunidad de pueblos en torno a un punto de adoración.

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